lunes, 25 de febrero de 2013

Harald Hardrada, el último vikingo

Para muchos comentaristas sobre la materia la Era Vikinga finaliza con la fallida ofensiva del rey Harald Hardrada o Harald el Implacable sobre Inglaterra. Si bien sabemos que este rey noruego ya profesaba la fe cristiana, su osada travesía a la cabeza de un ejército escandinavo para reclamar el trono de Inglaterra es para algunos (por influencia de la cultura británica) la última expedición vikinga.
Se estima que Harald III de Noruega, o Harald Sigurdsson, nació alrededor de 1015 dC, aunque sabemos con certeza que murió el 25 de spetiembre de 1066 dC en la Batalla de Stamford Bridge enfrentándose al rey Harold Godwinsson. La historia de este personaje es un buen ejemplo de lo que es ser un buen vikingo: Harald pasó alrededor de quince años como soldado de fortuna en Kiev y luego Bizancio, así que estamos ante un auténtico varego.
Como aspirante al trono de noruega, Harald compartió campo de batalla con otros dos ilustres personajes del mundo escandinavo de la época, su medio hermano Olaf Haraldsson (que sería en años por venir rey de Noruega) y Canuto el Grande, al que se enfrentó en la Batalla de Stikesland (1030 dC) para reclamar el trono de su país, por aquel entonces en manos de los daneses. Fue a raíz de la derrota en Stikesland que Harald tuvo que afrontar el exilio y comenzó su vida de mercenario (algo que es muy frecuente entre los grandes vikingos).
La banda de Harald luchó junto a los rus de Kiev a las órdenes del Príncipe Yaroslav el Sabio y Hardrada ganó renombre y se le dio rango de capitán entre aquellas gentes. Sin embargo, su ambición le lleva en 1034 a Miklagard (la Gran Ciudad) o Constantinopla, donde se unió a la Guardia Varega. Durante este periódo Harald gana una gran experiencia en las acciones de guerra y amasa una considerable fortuna. Finalmente, en 1042 abandona Bizancio hastiado de las intrigas de la corte y regresa a Kiev donde, con la ayuda del Príncipe Yaroslav, planea al fin regresar a Noruega a reclamar sus derechos sobre el trono que ahora está en manos de su sobrino, Magnus el Bueno, que se ha convertido también en rey de Dinamarca.
Magnus no desea luchar contra su propio tío y ofrece a este la posibilidad de compartir el gobierno de su reino. Harald, que conoce los riesgos y costes de una campaña militar, acepta este arreglo y durante un año tío y sobrino actúan como monarcas. Sin embargo, en 1046 Magnus muere y Olaf, casi 16 años después de su fallida campaña anterior, se convierte al fin en el único rey de Noruega.
Es en este tiempo en el que Harald se gana el apodo de implacable: con una fuerza súbita y brutal (y algunos dirían que desproporcionada), el rey aplasta cualquier posible oposición a sus derechos y perfila la unión territorial de la moderna Noruega bajo el mando de un único gobernante. Este es un período de paz y estabilidad y sabemos que incluso se acuñó moneda con la efigie de Harald el Implacable.
Sin embargo, su período en Bizancio ha dado a Harald una perspectiva de lo que supone un auténtico imperio y el antiguo varego decide instaurar su propio feudo en el norte. Es bajo esta premisa que, reclamando el gobierno de Dinamarca, Harald lanza numerosos ataques contra las costas danesas que, aunque exitosos, no le otorgarán la corona que desea. Pero casi al mismo tiempo que Hardrada renuncia a sus aspiraciones al trono danés, en Northumbria se le abre la puerta a convertirse en rey de Inglaterra cuando Tostig Godwinsson, hermano del rey Harold Godwinsson, le jura lealtad dándole un casus belli.
La invasión de Inglaterra empieza como un gran éxito. Los noruegos desembarcan en Northumbria y acaban con el ejército local en la Batalla de Fulford, cerca de York. Lamentablemente, el reinado de Harald encontró un brusco final cuando, en la Batalla de Stamfrod Bridge, una flecha inglesa atravesó su cuello mientras luchaba sin armadura al frente de sus tropas.

Como habéis podido leer este hombre fue todo lo que se espera de un vikingo: monarca exiliado, mercenario, soldado, conquistador y halló la muerte en batalla. Es por esto que muchos le consideran el último rey vikingo, aunque su influencia en el mundo británico (¡Incluso después de muerto!) por el papel que jugaron algunos de sus hombres en la posterior Batalla de Hastings también ha hecho mucho por inmortalizar su nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario